¿Dónde están mis tijeras?


¿Dónde están mis tijeras? 
Preguntaba mamá,
pretendiendo que me acordara donde las había dejado después de jugar con ellas. 
¿Dónde están mis tijeras? 
¿Dónde están mis tijeras?... 
y mi corazón se aceleraba sintiéndose culpable de aquella pérdida.
En vano buscaba en lugares donde sabía que era imposible que estuvieran…
¿Dónde están mis tijeras?
Y yo encontraba las nubes, 
los pájaros,
el sol, 
la hermosa casa en la montaña, 
el árbol grande donde reposaba en mis juegos… 
encontraba todo aquello que había recortado con ellas, 
el mundo que había creado con mis manos 
y las tijeras que ahora estaban perdidas… 
¿Dónde están mis tijeras?
¡Qué iba a saber yo! 
podían estar entre los matorrales, 
en la trompa del elefante amarillo con sombrero, 
en el bolsillo del señor bonito,
en el vestido de la señora enamorada,
entre los besos que tímidamente se daban ambos 
escondidos entre los matorrales, 
bajo el árbol
 o sobre el elefante amarillo 
creyendo que era pecado…
¿Dónde están mis tijeras? 
Y ahora la pregunta iba acompañada de mis dos nombres.
 ¡ay yayay! 
¿Dónde estarán las tijeras de mi mamá? 
Amigo, tú que jugabas conmigo,
¡ayúdame a encontrarlas por favor!
Y enseguida aparecía él,
y acto seguido las tijeras de mi madre 
y una disculpa de su parte:
Hija, estaban en mi mesita, debiste decirme que no las habías tomado…
No sé cómo lo hacía, 
pero nunca me dejaba sin respuesta,
tal vez él se ocupaba de guardarlas al final de mi juego, 
tal vez lo hacía con ayuda de los pájaros,
del señor bonito 
y de la señora enamorada 
y al irse sonreía y me dejaba sonriendo…
Un día me dijeron “debes saber que el niño Jesús no es tal…”
¿Dónde están mis tijeras? 
Resonó en mi mente, 
y apareció él sobre un elefante amarillo con sombrero, 
acompañado de una pareja enamorada, 
rodeados de nubes y pájaros…
¿Entiendes lo que te estamos explicando, hija? 
Y al irse sonreía y me dejaba sonriendo.

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